Una vez la interpretación fue fugaz, demasiado fugaz, sesgada prematuramente, antinatura; obras por representar, abrazos perdidos, rostros sin besar, manos por entrelazar...mas el destino dispone, a veces de forma cruel, sin sentido.
Nuestro paso terrenal es precisamente eso, sólo un paso, más o menos alargado según el sino del caminante, misterio divino el cómo y cuándo cesará su deambular y cada nuevo día es un regalo que nos da la oportunidad de intervenir en nuestra ópera prima.
Y con los que aún nos acompañan en el elenco, procuremos rectificar, acallar el impulso desafortunado, las palabras candentes, las que poco aportan y mucho hieren, ausentes de reflexión. Entendamos que cada situación tiene la importancia relativa que le es propia, ni más ni menos, sin dramas por añadidura. Que todo es más sencillo de lo que parece a simple vista. Que cuando no hallamos respuesta, cuando nos ahogamos en absurdas divagaciones, debemos exprimir la resignación y nutrirnos de ella, pues la frustración es más enriquecedora que los éxitos aunque más dolorosa sin duda... nos dota de fortaleza y versatilidad, nos ayuda a avanzar en la dirección correcta, a asentar cimientos para construir edificios seguros.
Esas personas tan importantes en nuestras vidas edifican cada día a nuestro lado. Nos proveen de cerca, con sus pacientes actos, con sus dulces palabras, con el mejor ejemplo; nos proveen desde la distancia, con el recuerdo de buenos momentos compartidos e ilusión en el próximo reencuentro y la confianza de que lo mejor está aún por llegar.
Por el presente y futuro en familia.
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